El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, y su ministro de Exteriores, Hossein Amir Abdollahian, fallecieron en un accidente de helicóptero en una zona montañosa y de difícil acceso cerca de Varzeqan, en la provincia iraní de Azerbaiyán Oriental, en el noroeste del país.
La noticia se dio a conocer este lunes a las 7:30 de la mañana hora local (domingo 11pm hora Ecuador), luego de que la televisión estatal confirmara la ausencia de «signos de vida» en los restos de la aeronave siniestrada la tarde del domingo.
Además del presidente y el ministro de Exteriores, también viajaban otros destacados dirigentes de la República Islámica, miembros de su equipo de seguridad y los pilotos del aparato, sumando un total de ocho personas, ninguna de las cuales sobrevivió.
Las causas del siniestro del aparato aún no han sido determinadas, aunque Irán ha mencionado «condiciones meteorológicas adversas» como posible factor.
Según los medios locales, el presidente Raisi iba hacia Tabriz tras haber inaugurado las represas de Qiz Qalasi y Khodaafarin, en la frontera con Azerbaiyán.
Otros dos helicópteros que formaban parte de la comitiva del presidente Raisí con miembros del Gobierno iraní no presentaron problemas y llegaron a su destino sin contratiempos.
El helicóptero siniestrado había caído en una zona montañosa de difícil acceso, y aunque Teherán inicialmente describió el accidente como un «aterrizaje forzoso», las labores de búsqueda del aparato accidentado se han visto dificultadas por la espesa niebla, la lluvia y el barro.
En un momento tenso en Medio Oriente, marcado por la guerra en Gaza, la muerte del presidente de Irán, Ebrahim Raisi, resalta la complejidad de la situación. Durante su mandato, el liderazgo de línea dura de Irán enfrentó importantes desafíos, desde manifestaciones lideradas por jóvenes hasta condiciones económicas difíciles.
Raisi ocupaba el segundo puesto de mayor poder en la estructura política de la República Islámica, solo por detrás del líder supremo. Con su partida, la Constitución iraní establece que el vicepresidente, en este caso Mohammad Mokhbar, asuma el cargo de presidente interino. Además, se dispone que se realicen nuevas elecciones presidenciales en un plazo de 50 días, lo que marca un periodo de transición crucial para el país y su futuro político.