Una nueva tecnología podría prometer detectar enfermedades antes de que aparezcan los síntomas, pero detrás del escaneo rápido y la comodidad. Se imagina usted, un futuro donde una máquina pueda escanear su cuerpo en segundos y anticipar enfermedades antes de que se manifiesten. Ya no es ciencia ficción: la inteligencia artificial está transformando el modo en que nos cuidamos. Pero lo que parece una promesa de vida larga y diagnósticos precisos, esconde decisiones que podrían comprometer algo más profundo que nuestra salud.


Hoy en día, empresas como Neko Health ya están haciendo realidad este futuro, fundada por el creador de Spotify, su sistema escanea la piel, el corazón y el sistema circulatorio sin contacto físico, con más de 70 sensores y una IA que analiza millones de datos en segundos, todo por un precio accesible y sin esperas. La respuesta en países como Suecia y Reino Unido ha sido abrumadora. Sin embargo, lo verdaderamente valioso no son los escaneos, sino la cantidad de datos biométricos que se almacenan en cada proceso.

Sin embargo, en la era digital, los datos médicos son más valiosos que el oro. Y aunque en Europa el RGPD intenta poner límites, la realidad demuestra que la privacidad es frágil. ¿Qué pasa si esa información cae en manos de aseguradoras, bancos o empresas privadas? ¿Podrían influir en el precio de un tratamiento o en el acceso a servicios?. El riesgo de que se comercialice con nuestros datos, o se utilicen para fines que hoy ni imaginamos, ya no es una exageración, es una posible realidad.

En este caso, la rapidez de un diagnóstico automático puede ser vital, pero también peligrosa, un error, como un falso positivo o negativo, puede tener consecuencias devastadoras. Además, si los algoritmos están sesgados o mal entrenados, pueden discriminar sin que nadie lo note. ¿Quién sería responsable ante un fallo así? ¿El médico, la empresa, o el paciente que confió?. Si estas herramientas salvan vidas, ¿es justo que solo algunos puedan pagarlas? Podríamos estar construyendo un sistema donde los ricos se curan antes y los demás esperan, la tecnología debería igualar oportunidades, no profundizar desigualdades.
