Asiáticos logran desarrollar un barco que navega solo propulsado por hidrógeno.

Hoy en día, en tiempos donde la sostenibilidad es clave, Asia ha dado un paso audaz hacia el futuro del transporte marítimo. Un barco pionero ha sido lanzado al océano con una misión desafiante: recorrer el mundo usando exclusivamente fuentes de energía renovable. Lo que comenzó como un experimento se ha convertido en símbolo de esperanza para quienes apuestan por un planeta más limpio y tecnologías verdaderamente revolucionarias. Durante décadas, los mares han sido dominio de embarcaciones alimentadas por combustibles fósiles. Pero esto está cambiando. Una nueva generación de barcos impulsados por hidrógeno renovable emerge como respuesta urgente al impacto ambiental de la industria naviera.

Sin embargo, a diferencia de los barcos convencionales, estas embarcaciones utilizan pilas de combustible que convierten hidrógeno en electricidad, sin emisiones contaminantes. El potencial del hidrógeno es conocido desde hace años, pero solo recientemente la tecnología ha permitido su uso práctico y sostenible. No obstante, una de las iniciativas más ambiciosas en este campo es el Energy Observer, patrocinado por la empresa japonesa Toyota, que lo ha lanzado al océano en una travesía global de varios años. Esta nave utiliza una combinación de energía solar, eólica, undimotriz e hidrógeno verde generado directamente a bordo a partir del agua del mar.

Aunque hoy es un ícono de la innovación, el Energy Observer fue construido originalmente en 1983 para competir en carreras náuticas. Diseñado por Nigel Irens, logró un récord en 1984 al recorrer más de 800 km en 24 horas. Hoy, tras una profunda transformación, es un laboratorio flotante de energía renovable. Con 30,5 metros de eslora y un peso de 28 toneladas, ha visitado más de 50 países y 101 puertos, recorriendo más de 63.000 millas náuticas desde su primera expedición en 2017, todo sin utilizar combustibles fósiles. Gracias a un proceso de electrólisis a bordo, el barco desmineraliza el agua marina, separa el hidrógeno del oxígeno y almacena el gas comprimido para su uso energético, haciendo posible una autonomía total en altamar.

En todo caso, el éxito del proyecto original ha inspirado el desarrollo de un modelo aún más ambicioso: Energy Observer 2, un carguero de 120 metros de largo y capacidad para 5.000 toneladas, propulsado por hidrógeno líquido. Esta embarcación representa una apuesta real por un transporte de mercancías libre de emisiones, algo impensado hasta hace poco. Según el capitán Marin Jarry, el objetivo no es solo avanzar tecnológicamente, sino compartir el conocimiento adquirido y motivar a otros actores del sector a sumarse a esta transformación.

Por último, Asia continúa con la exploración de nuevas alternativas, como el uso de sal marina para la producción de hidrógeno. Lo cierto es que el futuro de los océanos podría estar siendo trazado por estas innovaciones que, aunque parecen pequeñas gotas en el mar, podrían ser la ola que lo cambie todo.

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