Un neurocirujano sueco logró crear Mips el casco que protegerá de impactos a los ciclistas.

Cómo todos conocemos, el casco es un elemento imprescindible para cualquier ciclista. Sin embargo, hasta ahora, la mayoría de los modelos son diseñados para proteger el cráneo, pero no necesariamente el cerebro en caso de impacto. Un nuevo sistema, conocido como Mips (Multi-Directional Impact Protection System), promete cambiar esto al reducir los efectos de los golpes rotacionales.

Este novedoso sistema llamado Mips fue desarrollado en Suecia por un equipo de científicos y médicos liderado por el neurocirujano Hans von Holst. Su trabajo comenzó en 1996, cuando notó que los cascos tradicionales no protegían lo suficiente a sus pacientes de lesiones cerebrales severas, a diferencia de los cascos convencionales, que amortiguan el impacto, pero no evitan el movimiento interno del cerebro, Mips introduce una fina capa móvil dentro del casco. Esta permite un leve desplazamiento de la cabeza en caso de impacto oblicuo, lo que reduce la fuerza de rotación transmitida al cerebro.

Este prototipo se inspira en la propia biología humana: el cerebro está sumergido en un líquido que le permite moverse ligeramente dentro del cráneo y absorber mejor los impactos. Con Mips, el casco imita este mecanismo natural para mejorar la seguridad del ciclista.

Pero ¿cómo funciona la tecnología Mips? Este nuevo sistema Mips se basa en una carcasa interna que se mueve entre 10 y 15 milímetros dentro del casco en caso de choque. Esto minimiza el impacto rotacional, uno de los principales responsables de lesiones cerebrales graves. A simple vista, un casco con Mips se parece a cualquier otro. Sin embargo, en su interior incluye una capa de baja fricción que permite que la cabeza se desplace ligeramente sin que el casco pierda estabilidad. Esta tecnología se encuentra integrada entre el acolchado y la espuma protectora, y es utilizada en más de 100 marcas de cascos de bicicleta, moto, equitación y otros deportes.

No obstante, los cascos con Mips suelen costar a partir de 90 euros y pesan entre 25 y 45 gramos más que los modelos estándar. Sin embargo, el usuario no puede instalar esta tecnología por sí mismo, ya que debe incorporarse en la fabricación para garantizar su efectividad. Para identificar un casco con Mips, basta con buscar un punto amarillo en la parte trasera. En algunos modelos, la capa de baja fricción es visible en el interior, mientras que en otros está integrada en el acolchado.

Actualmente, en Suecia, más del 70% de los cascos cuentan con esta tecnología, y la tendencia se expande rápidamente. Los desarrolladores de Mips estiman que, en pocos años, la mitad de los cascos del mundo podrían incorporar este sistema. Más allá del ciclismo, Mips se ha adaptado a cascos de motocicleta, esquí y escalada. Además, su compatibilidad con cámaras de acción y otros accesorios lo convierte en una opción práctica sin comprometer la seguridad. El mantenimiento de un casco con Mips es sencillo: basta con limpiarlo con agua y jabón suave y guardarlo en un lugar seco. Eso sí, no se recomienda modificar ni retirar la capa de baja fricción, ya que su correcto funcionamiento depende de su posición exacta dentro del casco. La misión de los investigadores detrás de Mips es clara: mejorar la seguridad en la protección de la cabeza y seguir innovando en la reducción de lesiones cerebrales. Con una creciente demanda y más fabricantes adoptando esta tecnología, todo apunta a que Mips será un estándar en la seguridad de los cascos en el futuro cercano.

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