Esta novedad ha sorprendido a muchos, y es que en Japón, la visión de una ciudad del futuro está tomando forma tangible. Woven City, el proyecto insignia de Toyota, no es solo un experimento urbano: es un escenario controlado donde la vida diaria se entrelaza con inteligencia artificial, robótica y movilidad avanzada. A los pies del monte Fuji, 360 pioneros inauguran una experiencia inédita que busca responder una pregunta clave: ¿cómo viviremos en las ciudades del mañana?.


Sin embargo, la apuesta de Toyota por Woven City nace con una inversión de 8.500 millones de euros y la ambición de fusionar sostenibilidad y tecnología. Akio Toyoda, presidente de la compañía, lo presentó como una ciudad diseñada para poner a prueba la convivencia entre humanos, robots y sistemas autónomos. Allí, la energía solar y el hidrógeno alimentarán una comunidad pensada para minimizar su huella ambiental, mientras se estudia cómo las personas se adaptan a la automatización cotidiana.

Según, el arquitecto Bjarke Ingels y su estudio BIG imaginaron un espacio donde la innovación no se impone, sino que fluye en armonía con el entorno natural. Viviendas inteligentes, centros de investigación y áreas verdes componen la trama urbana, todo enlazado por calles concebidas para vehículos autónomos. Los primeros residentes empleados de Toyota y sus familias ya han ensayado lo que será su vida en este entorno, interactuando con robots y sistemas inteligentes que anticipan las dinámicas del día a día.
En todo caso, en su fase inicial, la ciudad albergará a 360 habitantes, con la meta de llegar a 2.000 en pocos años. Los avances no se limitan a vehículos autónomos: se incluyen mascotas robóticas, dispositivos de movilidad avanzada y, en un horizonte cercano, autos voladores. Sin embargo, el despliegue tecnológico abre preguntas inevitables. La automatización permitirá optimizar recursos y anticipar necesidades, pero también plantea retos en cuanto a privacidad, gestión de datos y la llamada “fatiga tecnológica”, que surge cuando la vida cotidiana se siente controlada por algoritmos.
