¿Por qué pasó la catástrofe? El Municipio tiene una explicación. Asegura que el aluvión superó cuatro veces más la capacidad del embalse de la quebrada El Tejado, en el sector de La Gasca. Así lo aseguraron el alcalde de Quito, Santiago Guarderas, y el gerente de la Empresa Metropolitana de Agua Potable, Ottón Cevallos.
Ellos descartaron que el fenómeno se haya producido por la deforestación. Dieron la información después de haber realizado un sobrevuelo por la zona de la tragedia.
“Este fenómeno tiene como consecuencia una acumulación de lluvias desde la hora 0 del 31 de enero hasta la hora en que se produjo el acontecimiento (…). La cuenca está totalmente limpia y no se trata, en ningún caso, de deforestación”, aseguró Guarderas.
Sostuvo que se registraron lluvias de hasta 75 litros por metro cuadrado, lo que produjo una sobresaturación del suelo, el deslizamiento en las laderas de la quebrada El Tejado y el posterior aluvión.
“Esta acumulación determina que teniendo nosotros una capacidad de embalse de 4 500 metros cúbicos, producto del aluvión tuvo un volumen de 20 000 metros cúbicos, cuatro veces más de la capacidad del embalse”, sostuvo.
Con las horas, mientras los rescates se producían en medio del lodazal, fueron subiendo a 11 a 15… Al mediodía del 1 de febrero de 2022 se cifró en 20. Para la tarde el balance pasó a 22. A las 19:00 era ya de 24 fallecidos.
Desde el aire, el panorama en el sector de Las Casas y La Gasca se ve desolador. Lo que hasta el lunes fue una cancha de vóley y dos viviendas, lucía como una montaña de tierra y escombros.
Luego del aluvión, la superficie está dividida en tres, como por una especie de graderíos formados por la misma tierra que se ha secado con el transcurso de las horas. Arriba, solo se ven restos de las estructuras colapsadas, autos destruidos y maquinaria municipal que hace tareas de limpieza.
A lo largo de la avenida La Gasca se puede ver cómo las personas utilizan palas y palos para limpiar el lodo que aún queda en las calles. En el sector de La Comuna, denominada como la ‘zona cero’, se ve cómo maquinaria pesada realiza tareas de limpieza y remoción de escombros.
Una tarea que será aún larga. Así lo dejan ver los vecinos de la calle Alonso de Mercadillo, quienes desde que se dio el aluvión no han parado. Con palas y costales intentan alejar el lodo y los escombros de sus casas. “Nosotros no podemos solucionar esto con palas, esto es demasiado grave”, dijo Josefina Correa. Y se queda en su casa, llena de incertidumbre.
FUENTE: EL COMERCIO