El Niño (Ciifen) y el Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada (Inocar) publicaron entre abril y junio del 2022 informes que alertaban de anomalías en las precipitaciones para este 2022 como consecuencia de La Niña.
De hecho, esta última institución señaló que: “En la región interandina se esperan precipitaciones dispersas y ocasionales, con eventos entre ligeros a puntualmente fuertes. En la Amazonía las precipitaciones se esperan sean dispersas y de variable intensidad”.
Asimismo, el Inamhi emitió una alerta temprana, el 2 de julio del 2022, en la que se advertía que varias de las provincias que ahora sufrieron estragos como inundaciones y aluviones estaban bajo amenaza por precipitaciones y aumento en los caudales de los ríos.
“Esto nos preocupa porque cada año van a pasar más cosas más extremas. Si tenemos más humedad en el ambiente, es más probable que haya más lluvias y más eventos de desastre porque cada vez hay más gente que se asienta en zonas vulnerables”, señala Flores.
Otro de los problemas que existe en el Ecuador, sobre todo en la Amazonía, es la falta de un sistema de monitoreo eficiente para emitir alertas tempranas. En este momento, según Flores, tan solo hay seis estaciones meteorológicas funcionales que les brindan datos sobre lo que sucede con el clima en la región. Esto resulta insuficiente para una zona tan vasta y con microclimas que cambian por factores como la proximidad a la cordillera andina.
Por ahora, la región se encuentra en una temporada de temperaturas frías en el Pacífico, lo cual podría tener incidencia en fenómenos como cantidades inusuales de precipitaciones y desastres para comunidades asentadas cerca de ríos, quebradas, entre otros.
Para los siguientes días de julio del 2022 existe la probabilidad de que haya una mayor presencia de sol y menos probabilidad de lluvia en la región amazónica ecuatoriana.