Soraya Almeyda se moviliza a diario de Nobol a Guayaquil. Debe salir a las 05:30 de su vivienda para tomar un bus intercantonal y llegar a la terminal terrestre del Puerto Principal, luego camina alrededor de diez minutos en dirección a la avenida Benjamín Rosales, cruza hasta la terminal Río Daule, de la Metrovía, y toma un articulado que la deja en la entidad donde labora, en la av. 25 de Julio, en el sur de la urbe.
Arriba a ese sitio cerca de las 08:45. Al culminar la jornada, alrededor de las 17:00, debe realizar el mismo periplo hacia su hogar.
Entre el año anterior e inicios de este, ella presenció al menos tres casos de robo dentro de unidades de distintas cooperativas intercantonales que la llevaban entre su localidad y Guayaquil.
Por eso, en meses recientes optó por buscar otra alternativa de movilidad, ya que los viajes en buses se convirtieron en una lotería al tener cada día la incertidumbre de tener que convivir con episodios de delincuencia, que incluso se presentaban en las primeras horas de la mañana cuando recién amanecía.
Los sujetos, en la mayoría de casos, se camuflaban como pasajeros y al avanzar en medio de la vía desolada aprovechaban para sacar armas y desvalijar a los usuarios, que en su mayoría se dirigían a actividades laborales o académicas.
En el caso de Soraya Almeida, ella dejó de viajar en buses intercantonales y ahora se moviliza con un chofer conocido que le hace expreso desde una institución de educación superior, en el norte de Guayaquil, desde donde se dirigen hacia Nobol.
“El año pasado tuve que comprar dos veces celular porque me los robaban, preferí buscar otra manera de venir y ya no pasar esos malos ratos”, dijo ella.
Con el conductor que le da servicio de expreso suele gastar entre $ 30 y $ 40, dependiendo de la cantidad de veces que la ayuda a desplazarse entre los cantones.
En medio de este escenario de inseguridad, varios trabajadores y universitarios también buscan alternativas con la movilización en vehículos particulares.
Debido al incremento de casos de robos, dirigentes de la transportación han exigido que se intensifiquen las medidas de seguridad, y que además de patrullajes y presencia de las fuerzas del orden, se implemente una hoja de ruta en materia de seguridad.
La Federación Nacional de Cooperativas de Transporte Interprovincial de Pasajeros del Ecuador (Fenacotip) ha estimado que hay un perjuicio del 60 % al 70 % en ingresos económicos, porque la gente no viaja en buses sobre todo en horas de la noche, ya que los atracos se han vuelto más violentos incluso con el cruce de carros y disparos para incursionar en las unidades.
Ana Ordóñez, una ciudadana que vive en Babahoyo, también utilizó durante siete años los servicios de una cooperativa que la traía desde esa localidad fluminense hasta la terminal principal de Guayaquil.
Luego del viaje de una hora y media, ella tomaba otra unidad de transporte público que la movilizaba hacia una universidad y a su lugar de trabajo.
Todo el trayecto le tomaba alrededor de tres horas. También tuvo experiencias con varios robos en ambas modalidades de buses.
“Créame que si viviéramos en un país seguro, yo seguiría viajando en bus porque después de un día largo de trabajo podría dormir algo en el trayecto, pero lastimosamente no se puede”, explicó ella.
La mujer también decidió cambiar su rutina por los robos que se presentan en los buses, tanto de nivel urbano como intercantonal. Primero su madre le prestó su carro para que deje de ir en buses y ahora ella pudo adquirir su auto.
Ella, por su cuenta, opta por llevar a amigos o familiares para poder movilizarse acompañada y sentirse más segura a la hora de moverse en la carretera.
De esa manera dijo que también facilita el traslado de sus conocidos para que no tengan los mismos inconvenientes que ella tuvo en sus primeros años de viajes a Guayaquil.
Sus amigos le suelen escribir para consultarle si los puede llevar a Guayaquil ya sea por temas de estudio o compras.
“Han sufrido hurto de celulares y algunos les han puesto armas para sustraerles sus maletas o aparatos tecnológicos, teniendo que entregar todo para no perder la vida por cosas materiales”, recordó ella.
En ocasiones, debido a inundaciones en la provincia fluminense, ella ha tenido que moverse nuevamente en buses, pero con el miedo latente de sufrir robos.
“Por el tema de seguridad da terror ir en bus, sí me ha tocado porque el carro se ha quedado dañado o porque mi provincia se inunda y para ir por caminos vecinales prefiero no ir en carro propio”, agregó.
Así también hay el caso de trabajadores de empresas que se movilizan a diario a otras localidades de Los Ríos y al interior de Guayaquil que han decidido agruparse para contratar servicios de expresos, con el fin de evitar moverse en buses.
Miguel Bonilla, presidente de la Fenacotip, indicó en días pasados que los robos y extorsiones generan preocupación en los transportistas.
Expuso que hay rutas conflictivas sobre todo el corredor que conduce de Santo Domingo a Quevedo, Ventanas, Puebloviejo, Babahoyo, Tres Postes, Yaguachi hasta Guayaquil, además la ruta de Guayaquil a Santa Elena y de Guayaquil en dirección hacia Jipijapa, y la ruta a Quevedo.
En días recientes, el Gobierno anunció el reforzamiento de operativos de control en rutas estatales sobre todo de la Costa ecuatoriana, entre Santo Domingo, Los Ríos y Guayas.
Además, autoridades anunciaron la habilitación de puntos seguros en las carreteras, inicialmente serán dos puntos en vías de Guayas, en Nobol, antes del peaje, y otro en la vía Durán-Tambo.
A futuro se espera establecer otro punto seguro en Santo Domingo y además dos más en la Amazonía. Hasta fines de año se estima habilitar nueve sitios similares.
Estos sitios serán playones para que los vehículos pesados y livianos se estacionen y estén seguros con personal policial, militar, agentes de tránsito y cámaras del ECU911.