Ayer, la seguridad en todo el complejo carcelario de Guayaquil aumentó. Militares y policías apuntaron a los techos para evitar cualquier ataque. Asambleístas de la Comisión de Soberanía y Seguridad del Estado acudieron a la Penitenciaría para verificar las condiciones actuales de los presos y de las instalaciones.
Los legisladores ingresaron en la tarde y lo hicieron caminando. Para acceder tuvieron que sortear vehículos blindados de los militares y carros policiales. Los asambleístas fueron para cumplir una resolución de la mesa legislativa, que busca tener un informe general de la situación de las cárceles en el país.
Desde esa comisión también se pidió al Centro de Inteligencia Estratégica un estudio completo para conocer cómo se filtran las armas hacia el interior de las cárceles. En uno de los últimos operativos, los policías encontraron que en un pabellón de máxima seguridad había dinero, armas, droga y hasta máquinas de gimnasio que entraron sin permisos.
Como parte de las acciones iniciadas tras una semana de cumplirse la peor masacre carcelaria, que dejó 119 asesinados, las autoridades indicaron que se reforzó la seguridad en todas las cárceles. Además, continúa el proceso de identificación y entrega de cuerpos de quienes fueron masacrados el martes pasado en la Penitenciaría. Hasta ayer, 107 ya han sido cotejados y 99 cuerpos fueron entregados a sus a sus familiares. Los 12 restantes presentan complicaciones por su estado de descomposición o porque fueron mutilados.
Desde el Departamento de Criminalística indicaron que se aplicarán técnicas forenses e incluso pruebas de ADN con familiares cercanos.
Los procesos de investigación también avanzan de forma paralela. Entre las evidencias que la Fiscalía ya tiene en su poder hay pistolas y varias vainas percutidas. En cuanto a las diligencias solicitadas, constan un informe de inspección técnica del lugar de los hechos, los partes informativos de quienes estuvieron ahí, documentos de los protocolos de autopsias de todos los asesinados y el impulso fiscal para encontrar las armas con las que se ejecutaron los ataques en el interior de la prisión.