China con Tres cohetes promete cambiar la carrera espacial.

Hoy en la actualidad, la carrera espacial ya no se libra solo entre agencias estatales, las empresas privadas chinas, respaldadas por el gobierno de Pekín, han entrado en el terreno donde Elon Musk parecía invencible: los cohetes reutilizables. Tras años de pruebas discretas y tropiezos técnicos, tres proyectos clave han pasado a la fase crítica. Y todos apuntan a un mismo objetivo: igualar al Falcon 9 de SpaceX, pero con precios mucho más.

Los protagonistas de esta ofensiva son Tianlong-3 (de Space Pioneer), Zhuque-3 (de LandSpace) y el gubernamental Long March-12A. Cada uno con matices, pero con una misma premisa: lanzar cargas similares a las del Falcon 9, recuperar la primera etapa hasta 20 veces y reducir el coste por lanzamiento a casi la mitad. El Tianlong-3 superó su prueba estática más compleja con nueve motores encendidos durante 35 segundos. Poco después, LandSpace encendió su Zhuque-3 de metano y acero inoxidable, capaz de llevar más de 18 toneladas a órbita baja. Y el Long March-12A ya tiene programado su debut orbital. Para Pekín, la urgencia es evidente: desplegar miles de satélites de sus megaconstelaciones Guowang y Qianfan, que apenas han alcanzado un 1% de sus objetivos.

Sin embargo, lo que está en juego no es solo capacidad espacial, sino un modelo industrial. La estrategia recuerda a lo ocurrido con Tesla: Musk dominó el mercado de coches eléctricos hasta que BYD y otras firmas chinas lo superaron con precios más bajos y producción masiva. En 2024, BYD ya había destronado a Tesla como el mayor vendedor mundial de vehículos eléctricos. Ahora Pekín aplica la misma receta al espacio: competencia interna feroz, apoyo estatal y fabricación a gran escala. Si los números se cumplen, SpaceX podría verse atrapado en una ecuación imposible: competir contra cohetes casi idénticos, pero mucho más baratos.

Cabe recordar que, SpaceX lanzó 138 cohetes en 2024 y espera rozar los 200 este año. Pero China no necesita igualar ese ritmo con un único actor: basta con que una docena de compañías privadas despeguen una vez al mes para equilibrar la balanza. Y la tendencia apunta a que esa frecuencia será superada en pocos años. Los fallos técnicos no han faltado: desde pruebas que terminaron en explosiones hasta motores con dudas de fiabilidad. Pero en esta industria, los tropiezos se consideran parte del proceso. Y si algo ha demostrado China en sectores como el 5G, la inteligencia artificial o los drones, es que sabe aprender rápido.

Finalmente, si Tianlong-3 cumple su promesa de 30 misiones anuales a precios entre 26 y 63 millones de dólares, SpaceX se enfrentará a la misma tormenta que Tesla en el mercado chino: precios agresivos, producción en masa y una competencia feroz en su propio terreno.

La batalla por la órbita baja se intensifica, y puede que el verdadero desafío para Musk no esté en Marte, sino en la sombra de unos cohetes que despegan desde el otro lado del planeta.

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