Empezamos recordando, en el 2008 China contaba con 120 km de líneas de alta velocidad. Hoy posee la red más extensa del planeta y sigue ampliándola. Pero su ambición va más lejos: un tren que no toque las vías, flote mediante magnetismo y viaje dentro de un tubo casi sin aire, reduciendo de forma drástica la fricción. El concepto Maglev + sistema tipo Hyperloop es la base del T-Flight, desarrollado por la empresa estatal CASIC (China Aerospace Science and Industry Corporation).

En su funcionamiento, el tren levita gracias a superconductores magnéticos, elevándose hasta 100 mm (diez veces más que un Maglev convencional). Al eliminar el contacto físico y reducir la presión del aire dentro de un tubo sellado, la resistencia aerodinámica cae casi a cero. Resultado: velocidades imposibles para un tren tradicional.
📌 Actualmente, estas pruebas han sido prometedoras:
🔘 2024: alcanzó 623 km/h, récord mundial para Maglev.
🔘 2025 (laboratorio): 650 km/h en solo 7 segundos.
🔘 Objetivo inmediato: 800–1.000 km/h con un circuito de prueba de 60 km.

Las fases futuras apuntan más alto: 2.000 km/h y, en la última etapa, los ansiados 4.000 km/h, velocidades que competirían con aviones supersónicos, construir el tren es sólo el primer paso.

El gran obstáculo será mantener un tubo de vacío operativo durante cientos de kilómetros. Cada junta debe permanecer hermética frente a dilataciones térmicas, desgaste, vibraciones o fallos estructurales. Se calcula que un tramo de 600 km requeriría una junta cada 100 metros: miles de puntos vulnerables, además, aún no existen normativas de seguridad, protocolos de evacuación ni estándares certificables para un transporte así. Una descompresión brusca sería crítica.

Sin embargo, a pesar de las dudas, el proyecto avanza con ritmo sostenido. Si China logra escalar el modelo, un viaje de Beijing a Shanghái podría durar minutos en lugar de horas. Su impacto económico sería enorme y la aviación comercial de corto-medio alcance quedaría en jaque.